No se
si conocéis el libro de Aprendiz de panadero, de Peter Reinhart. Es sobre cómo
elaborar bien un pan y masas fermentadas en general, analizando todos sus
componentes desde la experiencia del autor. Una de nosotras se lo está leyendo
y claro, ¿cómo no íbamos a probar alguna de sus recetas con la pinta que
tienen…?
En este
caso, el autor dice que estos rollos de canela son mejores que los que venden
en las tiendas (son más típicos en países anglosajones, aquí de momento los
hemos visto sólo en Ikea y Starbucks), y por lo tanto decidimos hacerlos. Bueno
bueno bueno, ni os imagináis lo riquísimos que están!!! El señor Peter Reinhart
tenía toda la razón del mundo, son los mejores que hemos probado.
No son
difíciles de hacer, sólo hay que tener un poco de paciencia y tiempo porque
necesitan sus tiempos de fermentación para que queden tan esponjosos. Y os
aseguramos que merece la pena esperar.
INGREDIENTES
Para unos 14-16 rollos
- 90 g de azúcar
- 7 g de sal
- 80 g de mantequilla a
temperatura ambiente
- 1 huevo talla M
-
ralladura de ½ limón
- 500 g de harina común (puede necesitar un poco más)
- 20 g de levadura fresca (la
que venden en bloque refrigerada)
- 250
ml de leche entera
Para
espolvorear:
- 100 g de azúcar
- 10 g de canela molida
Glaseado:
- 1
taza de azúcar glas
- 3
gotas de extracto de limón
- 2
cucharadas de leche templada
ELABORACIÓN
Primero
hay que hacer la masa. Para ello se echan la mantequilla, el azúcar y la sal en
una máquina de batir y amasar a velocidad media, dejando que se mezcle bien
durante unos 3 minutos, hasta que forme una pasta. (A mano sería igual,
mezclarlo en un recipiente con una cuchara hasta que forme una pasta).
Se
añade el huevo y la ralladura de limón y cuando esté bien movido, añadir la
harina tamizada a cucharadas, la levadura y la leche.
Cuando
se mezcle bien y se haya formado una bola parar la máquina. Poner las palas de
amasar (suelen ser unas barras retorcidas o como un gancho) y dejar que se
amase a velocidad media unos 10 minutos aproximadamente.
Seguramente
haya que añadir un poco de harina cuando esté amasándose, porque la masa tiene
que estar adherente pero no pegajosa. Es decir, parar un momento la máquina,
tocarla con el dedo y no se os tiene que pegar masa al retirarlo.
(Si
amasáis a mano, el tiempo será un poco mayor, unos 15 minutos).
Para
saber que una masa está en su punto y ya no hay que amasarla más, la masa tiene
que estar aproximadamente a 25-27º, y se tiene que hacer una prueba llamada “La
prueba de la membrana”, que consiste en coger un pedacito pequeño de masa,
formar una bola, e ir estirándola poco a poco en el aire con las manos hasta
que en el centro se quede como una membrana fina. Si se puede hacer la membrana
sin que se haya roto al ir estirando la masa, está en su punto perfecto. Si al
estirarla se rompe antes de formar la membrana significa que le falta amasado.
Mirad
cómo era la membrana de esta masa:
Una vez
terminada de amasar, se forma una bola y se coloca en un recipiente que
previamente habremos engrasado con un poquito de aceite. Se tapa con papel film
y se deja fermentar a temperatura ambiente unas 2 horas, hasta que la masa
doble su volumen.
Ahora
ya podemos estirar la masa, para ello, limpiamos bien la mesa de la cocina y la
untamos con un poco de aceite.
Ponemos
la masa en la mesa y con un rodillo sin hacer demasiada fuerza se va estirando
intentando que forme un rectángulo de aproximadamente unos 40 x 30 cm . y de 1,5 cm de grosor
(aproximadamente, no tienen que ser exactas).
Después
se espolvorea por encima de la masa estirada la mezcla del azúcar y la canela.
Ahora
ya sólo hay que formar un rollo, de forma que la parte más larga del rectángulo
se va girando como formando una espiral.
Una vez
que se ha hecho el rollo, se tiene que cortar, con el pliegue hacia abajo, en
trozos de 3 cm
de grosor.
Colocarlos
en una bandeja de horno sobre papel vegetal y separados unos dos dedos entre
uno y otro, y dejarlos reposar de 75
a 90 minutos a temperatura ambiente.
Ya se
pueden hornear. Meter al horno a media altura a 175º, calentando por arriba y
abajo, de 20 a
30 minutos, hasta que se empiecen a dorar.
Cuando
se sacan del horno, dejar enfriar sobre la bandeja 10 minutos y después
pasarlos a una rejilla para que terminen de enfriar.
En el
momento de pasarlos a la rejilla es cuando se echa el glaseado, que se hace
mezclando el azúcar glas, el extracto de limón y la leche hasta que sea una
pasta un poco líquida, si fuera necesario añadir más leche.
El
glaseado se suele echar haciendo tiras finas sobre los rollos ( para echarlo se
puede utilizar un biberón, un tenedor, un cornet, etc).
TRUCOS
Y SUGERENCIAS
- Se
pueden congelar y después para volverlos a tener listos para comer hay dos
opciones, o dejarlos que se descongelen, o (y este método es rápido y genial),
ponerlo nada más de sacarlo del congelador en el tostador e ir girándolo y
dando la vuelta hasta que esté descongelado y calentito.
- Si al
día o varios días de hacerlos los ponéis en el tostador un poco por cada lado
parecerá recién salido del horno
Feliz año! Que buena pinta, han de estar riquísimos con el toque de la canela...besos
ResponderEliminarHombre, mi amigo Peter Reinhart! xD
ResponderEliminarEse libro me lo regaló mi madre cuando todavía estaba en la Universidad, cuando acabé los exámenes un año :). Me encanta, y todas sus recetas me han salido bien (aunque tengo pendientes las más complejas). Los rollos de canela son... uf, bestiales!
Qué buenisima pinta tienen, ojalá los tuviera ahora mismo aquí para desayunar. La foto del mordisco es un crimen :P.
Un abrazo
Esta fue una de las primeras recetas que hice de ese libro ;-) Qué ricos están... me alegro de que hayáis probado esta receta, ¡¡es buenísima!!
ResponderEliminar¡¡Un beso guapas!!!
Thank You for providing good information…thanks ….
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